martes, 17 de marzo de 2015

La sentencia de muerte de Orlando

Evitar el uso de una noticia antigua como si fuese una publicación actual es una de las razones por las cuales se archiva los documentos periodísticos fechados.

El 25 de febrero de 1975 el periodista y articulista Orlando Martínez Howley publicó el artículo titulado: ¿Por qué no, doctor Balaguer? Y al plasmar su firma en ese escrito, quizá con la sospecha de lo que pudiera devenir, firmó su sentencia de muerte. 

La reacción intolerante y coercitiva no se hizo esperar. Días después, el 17 de marzo de 1975, ocurrió el acontecimiento que impactó la sociedad dominicana y cubrió con un luto agónico la comunidad periodística. El pueblo sufrió la desaparición física del periodista Orlando Martínez Howley a manos de los activos represivos del nefasto gobierno de los 12 años del extinto Dr. Joaquín Balaguer.

Y lo que aumenta la congoja, exprime las entrañas y lacera las esperanzas es que 40 años después de la muerte de ese paladín de la libre expresión, parezca que su desaparición fue en vano.

Las denuncias siguen siendo las mismas y los reclamos sociales lucen perdurar indelebles sin importar los embates del tiempo y peor aún, evidenciando con mayor ahínco la podredumbre institucional que se mantiene drenando a las personas honradas y las riquezas de este "Archipiélago de azúcar y de alcohol", como le llamara Pedro Mir a este pedazo insular.

Leer hoy aquel pronunciamiento que hiciera Orlando Martínez y extrapolarlo a la realidad actual no es un trabajo mental que signifique mucho esfuerzo. Basta sólo con trocar las fechas y cambiar los protagonistas.

De no tener sumo cuidado con escribir correctamente la fecha el archivista del periódico El Nacional de Ahora que guardó esa edición, fácilmente se pudiera creer que dicho artículo fue escrito ayer.

La irrefutable prueba de la vigencia del artículo es el propio artículo y por tal he aquí los párrafos que significaron "La sentencia de muerte de Orlando".

¿Por qué no, doctor Balaguer?

Señor Presidente de la República, ya que usted impide que un artista del prestigio y la moral de Silvano Lora viva en su Patria, ya que dejar en el extranjero a dominicanos le produce placer o ganancias politiqueras, me voy a permitir hacerle algunas recomendaciones.

Espero que sobre todo medite la última.

Como Usted a dicho que en este gobierno, y parece ser cierto, la corrupción sólo se detiene en la puerta de su oficina, ¿por qué no saca de la República Dominicana a todos esos corruptos? Como aquí existe una galopante inflación de delincuentes sin uniformar y, según Usted, también uniformados, ¿por qué no les ordena a los calieses del régimen que los apresen y los mentan en un avión? ¿por qué no les ordena a los genízaros que prestan servicio en el aeropuerto que apresen no a los que traen cigarrillos de marihuana, sino a los pejes gordos del tráfico de drogas?

¿Por qué no manda al exilio a los que reciben comisiones para negociar contratos que entregan nuestras riquezas a las compañías multinacionales? ¿Por qué no instala en un barco a los latifundistas, a los que están negados a que este país salga del subdesarrollo y de la situación de miseria colectiva que lo acompaña?

¿Por qué no entra ese mismo barco a quienes en la ciudad son el soporte ideológico de esos terratenientes? Y también a quienes son el sostén armado, los que dan palos, apresan y torturan campesinos que luchan por sus derechos. Como Usted es enllave de los norteamericanos, ¿por qué no le solicita un portaaviones para enviar al lugar que fuese a los numerosos calieses que viven del trabajo del pueblo?

En caso de que su amistad con los Estados Unidos sea más estrecha de lo que sospechamos, ¿por qué no le pide al Pentágono un cohete último modelo con el objetivo científico de crear una colonia de calieses en la luna? ¿por qué no desaparece de la vista de los dominicanos honrados, que son la mayoría, a todos los vagos que en este gobierno cobran sin trabajar? ¿Por qué, tómelo en cuenta, no deposita en un cómodo asiento de primera a los funcionarios irresponsables que se las dan de Fouché contemporáneos y a la hora de la responsabilidad no dan la cara?

Y mi recomendación final: 

Si es inevitable que esta situación continúe, si es imposible evitar actos indignantes y miserables como el que presencié en el aeropuerto, ¿por qué, doctor Balaguer, no se decide Usted a subirse en el avión o el barco y desaparece definitivamente de este país junto a todos los anteriormente mencionados.

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