martes, 31 de mayo de 2016

“El sonido del 15”


La moto Yamaha 115S está siendo vendida como pan caliente en el país, y no es para menos, sus 16.0 caballos de fuerza, con 115 cm3, además de una caja de cinco velocidades la hace una de las máquinas más potentes del mercado. Pero, y siempre surge el bendito pero, debido a esa potencia que genera se ha convertido en la herramienta de trabajo de muchos atracadores.

Según el Departamento de Estudios Económicos y Tributarios  de la DGII, para el 2015 el parque vehicular en República Dominicana referente a las motocicletas ascendía  a 1, 946,594. Con un estimado en más de 10 millones de habitantes actualmente, con el último censo en el 2010 habían 9, 445,281, estamos hablando de que alrededor del 30 % de la población, entre conductores y pasajeros, usa los motores como medio de transporte.

¿Por qué utilizo estas estadísticas? Porque el sonido de un motor acercándose está causando un estrés enorme y tiene a la población dominicana con los nervios de punta. Y con casi dos millones de motores circulando diariamente, es mucha la intranquilidad generada.

Los delincuentes están utilizando este medio de transporte para hacer sus fechorías y sin importar la zona, el lugar, el horario, se lanzan con la moto en marcha sorprendiendo a sus víctimas con el fin de quitarles sus celulares, prendas, dinero y hasta la indumentaria (tenis y gorras) si consideran que tiene algún valor.

Pero volvamos al 115, por años  los malhechores se han servido de las facilidades ofrecidas por las motocicletas, estas generan grandes velocidades en distancias cortas, son perfectas para escapes rápidos y sin muchas dificultades se pueden escabullir entre los vehículos evitando la captura la mayoría de las veces.

Para aumentar el rendimiento del motor estos bellacos anillan la máquina o agregan grasa al carburador, cambian la relación piñones-corona, y otras estrategias más con el fin de incrementar la velocidad de la motocicleta. Y lo grande del caso es que van a talleres de mecánica que se dedican justamente a estos trabajos de alteraciones, pero las autoridades atinan en desarticular estas bandas de crimen organizado.

Estás haciendo ejercicios y de repente suena un motor, de inmediato el trotar en el parque se vuelve una zozobra, la incertidumbre se apodera del ambiente y sudas más por causa de la preocupación que por la corredera en sí. Piensas que no cargas con nada de valor, solo andas con la cédula, la llave de la casa y el pasaje, pero cuando viene a ver es peor, ya que estos insoportables personajes te agreden por no tener.



“El sonido del 15” es una canción del género urbano que describe el pánico social producido por el estruendo de un motor Yamaha 115S cuando los delincuentes andan en él asediando y sofocando la existencia de los transeúntes. Los dembowseros Ceky Vicini en colaboración con Bulova y Químico narran en esta canción la forma en que los niveles de ansiedad de todos los estratos sociales aumentan al saberse asediados por estos insoportables atracadores.


Ceky Vicini

Los tigueres´ se ponen rápidos por el sonido del 15.

La menor se pone en cuatro por el sonido del 15.

Los polis se ponen moca´ por sonido del 15.
Pero Ureico, ¿qué es lo que tiene el 15?”

También explican cómo estos desaprensivos andan armados y dispuestos a desgraciar la vida de todo aquel que interfiera en sus propósitos o intente evitar ser despojado de aquello que con tanto esfuerzo ha logrado conseguir. Preservar la vida es lo más importante, irrefutable verdad, y justo en ese hecho es que se basa el nerviosismo generalizado.

“Ando alterao´ en mi 15 verde, deprogramao´... Te pasa conmigo, tengo una vaina que te devuelve. Si me desmonté pasa to´ y moca´ cuando tu oigas el BRUMM.”

Ya esos abusivos bandidos no reconocen el valor de una existencia, no valoran la vida y sin importar razones malogran a cualquiera. Tampoco respetan espacios o ambientes, se le tiran tanto al de a pie como al que va en su vehículo; mancillan la tranquilidad de una persona descansando en su galería o acorralan a un grupo de personas disfrutando en un colmadón.

Ya no existe un lugar en el que los ciudadanos se sientan seguros, porque hasta en las guaguas públicas irrumpen, asaltando a los pasajeros y amenazando la vida del chofer si osa arrancar el vehículo para evadir el atraco.

Lo más preocupante es que las personas ya están adquiriendo armas de fuego para enfrentar a esa “percepción” motorizada en la que está inmersa la sociedad dominicana. Sí, percepción, que es como los voceros policiales llaman al flagelo delincuencial que tanto daño está causando al país. Tanto así que hasta esos agentes de la policía que patrullan en motores son causa de temor y precaución para las personas.

Muchos de estos rateros y psicópatas andan sin documentación legal que les autorice manejar cualquier tipo de vehículo, y en innumerables ocasiones esas motocicletas andan sin placa o registro, además de que le borran el número de serie para no ser rastreados.

Las posibles soluciones están en las manos de las autoridades pertinentes, el problema es la falta de voluntad y disposición. Los inconvenientes persisten debido a la apática respuesta a estas urgencias y al desinteresado e irresponsable proceder de los estamentos judiciales al momento de juzgar y dictar sentencias carcelarias a estos desaprensivos.


Mientras, todos estamos en para´ por el sonido del 15.

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