Con la victoria de Cleveland Cavaliers (93-89) sobre Golden State Warriors en el séptimo partido de
Los
Cavs se alzaron con el cetro de campeones y de paso
empañaron la temporada de un equipo que buscaba convertirse en el mejor de la
historia. Muchos ojos se empañaron de alegría y de tristeza al ver a unos
virtualmente invencibles Warriors írseles
el anhelado trofeo de entre los dedos.
El
histórico récord de (73-9) alcanzado esta temporada pasa, de golpe y porrazo, a
ser una dolorosa daga clavada en el corazón de unos “Guerreros”, que ameritaban
el anillo de Campeón para erguirse como los emblemáticos gladiadores de esas
epístolas griegas.
La
marca de (72-10) impuesta por Chicago
Bulls de 1995-96, indiscutiblemente fue batida, hecha añicos, superada en
una victoria, un partido que no solo es un triunfo, es la representación de la
superioridad en comparación con los demás equipos que han tenido temporadas
comparables. Pero esos Bulls alcanzaron
el campeonato, y esa gloria es el tangible obligado que requería el conjunto de
la Bahía.
El
estigma de no haberse coronado acompañará a Golden
State, como aquella pesadilla que se repite en tu mente cada vez que
recuestas tu cabeza en una almohada, con la intensión de descansar. Pero ese
descanso se convierte en un remolino de señalamientos acusatorios, sobre lo que
pudieron haber alcanzado y quedaron cortos.
Una
victoria los elevó a la grandeza, y una derrota los arrojó a la oscuridad.
Durante
la temporada regular Los Warriors
fueron casi invencibles, solo perdieron nueve partidos de los 82 jugados. Pero
lo que parecía una edificación sostenida en fuertes columnas se desintegró como
un castillo de arena alcanzado por una necia ola. En 22 encuentros efectuados
en la postemporada, los destronados campeones cayeron en la misma cantidad de
ocasiones, nueve.
Pero
el verse a un paso del abismo (1-3), en la Final de Conferencia contra Oklahoma City Thunder, y salir victoriosos mostró dos caras de una
moneda. La primera fue que son un equipo con la suficiente entereza para
sobreponerse ante las adversidades, pero el otro lado mostró un quinteto capaz
de sangrar y que podía, como cualquier otro, ser vencido.
Nefasto protagonismo
El líder de los Warriors, Stephen Curry, registró una temporada regular de ensueño; encabezó la liga en casi todos los encasillados ofensivos:
- Tiros de Campo 805 (1)
- Intentos en Tiros
de Campo 1598 (2)
- Tiros de 3pts 402 (1)
- Intentos en Tiros
de 3pts 886 (1)
- Puntos Anotados 2375 (2)
- Porcentaje de Tiros
de 3pts .454 (2)
- Porcentaje de Tiros
Libres .907 (1)
- Puntos por Juego 30.1 (1)
Pero en la postemporada, el llamado “Chico Maravilla”, fue parte del Top5 en solo dos de las estadísticas antes mencionadas, Tiros de 3pts (80) e Intentos en Tiros de 3pts (198), en ambas quedó segundo por debajo de su compañero Klay Thompson.
La
ausencia mental de Curry en la cancha, fue más que evidente, especialmente
durante La Final , donde aquellos lances espectaculares que nos deslumbraron en la regular, brillaron
por su ausencia en la etapa de semifondo. Y para colmo de males, en ese séptimo
y último partido en el que su equipo ameritaba su protagonismo, su actuación se
limitó a unos pírricos 17 puntos anotados, tirando de (19-6) para un .32 %, muy
distante de su promedio por partido.
En
resumidas cuentas, aquel Stephen Curry que vimos comandando su tropa, dejó
mucho que desear y quedó a deber ante su fanaticada.
Experiencia Acumulada
No
todo es derrota y pesadilla, Golden State
Warriors es un equipo joven y gallardo. Acumulan la experiencia de dos
finales consecutivas, y sin temor a equívocos, saldrán como favoritos para
repetir su participación el la
Final de la
NBA.
De
su plantilla, solo un nombre importante podría ser perdido en la agencia libre,
Harrison Barnes, quien de seguro tanteará su valor en un mercado que elevará su
tope salarial a la friolera de $US 95 millones para la venidera campaña.
El
hecho de salir al ruedo con la nómina casi intacta es un plus para reconfirmar su título de Conferencia y buscar un segundo
campeonato en tres años. Solo que en la venidera campaña sabrán cómo
administrar a sus jugadores, de forma tal que no evidencien un doloroso
cansancio que se traduzca en otra difícil derrota.
El
ir tras un nuevo récord de victorias que desintegre el propio, dudo que sea
opción. Haber logrado esos 73 triunfos fue bastante extenuante física y
mentalmente, como para intentarlo de nuevo. Llegar en óptimas condiciones a los
playoff, con miras a vestirse del
codiciado oro debería ser su meta a alcanzar.
Move
On
Las
derrotas son parte de toda competición, y hacer conciencia de ello es esencial para
evidenciar la madurez y el crecimiento de cualquier jugador y toda organización.
Con mayor hincapié si esa franquicia conoce su capacidad y la aventajada posición
que tienen ante la Liga.
Anotar
la derrota, ver los vídeos, analizar las fallas, hacer ajustes y aprender de
los errores es la tarea que le resta por hacer a unos Warriors llamados a salvar esta dolorosa caída. Curar las heridas y
enfilar los cañones para besar la grandeza en la venidera campaña es el nuevo
reto.
Asimilar
los golpes y seguir adelante, también son factores que identifican a un Campeón.
Tal vez esa ilusoria temporada regular no terminó como se esperaba, es posible
que ese increíble registro de ganados y perdidos se haya convertido en un récord
para olvidar. Pero intentar olvidarlo significaría volver a cometer los mismos resbalones.
Edición y manejo: @dionikitamusic
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